Seguidores

martes, 6 de marzo de 2018

UNA MADRE # ALEJANDRO PALOMAS




Siempre he pensado que hay ocasiones en las que los libros aguardan agazapados en su estantería prestos a “saltar” sobre el primer lector que tenga la osadía de acercarse a ellos pero la mayoría de las veces aguardan, pacientes, su turno de entrar el vida del adicto a la letra escrita y contarle sus historias. Quizás, incluso, elijan el momento preciso para hacerlo: aquel en el que pueden marcar de algún modo la trayectoria vital del que se adentre en ellos. Esto es lo que me ocurrió con Una madre, de Alejandro Palomas.

Mi profesión es cuidadora de enfermos, con preferencia/ especialidad en cuidados paliativos. Lo paso mal, a veces es duro, pero debo confesar que adoro acompañar a los enfermos en sus últimos días, procurando proporcionarles el máximo confort posible en esos momentos tan delicados. Cuando me avisaron de que Araceli había sido hospitalizada en la unidad de cuidados paliativos intuí que el fin estaba cerca, cogí de la estantería el libro que tenía más a mano y salí para allá.

Yo no elegí a Amalia, ni a Lady Bayeta. Tampoco Araceli escogió a Fer ni a sor deja que te diga. Más bien fueron ellos quienes decidieron acompañarnos en las largas horas de hospital, haciéndonos reír con sus ocurrencias y sufrir con sus miserias… ellos creyeron que podrían ser un grato acompañamiento para una enferma terminal y su cuidadora, que leía sus peripecias vitales en voz alta en aquella habitación consiguiendo, quizás, que Araceli rememorase sus tiempos de lectora voraz, antes de que una retinopatía diabética dañase su vista.

El cáncer acabó ganando la batalla. Araceli lo dio todo, pero no fue suficiente para vencer al monstruo que la devoraba por dentro. Desde este humilde rincón quiero dar las GRACIAS a Alejandro Palomas por crear a esta deliciosa familia y darle unos momentos gratos a los últimos días de una enferma.



¡Que no pare la magia!
A Araceli, in memoriam.